El gobierno de Bennet-Lapid consolida el Estado binacional judío-palestino Daniel Kupervaser. Periodista israelí. (Desde TEL AVIV. Israel)

Con referencia al frente palestino en Cisjordania, los casi doce años de gobiernos de Netanyahu se caracterizaron básicamente por 3 objetivos centrales. Fortalecer las colonias judías existentes en la región sin ampliar su número, lograr reconocimiento de USA a soberanía israelí en esos contornos y en Jerusalén Oriental, y, por último, perjudicar lo máximo posible a la Autoridad Palestina en todos sus planes de independencia.

El proyecto de solución del conflicto en base a la fórmula “dos estados para dos pueblos” pasó a segundo plano solo como artimaña táctica según las circunstancias. Por ese motivo, el Plan de Paz del siglo de Trump, también una versión del proyecto dos estados, no fue motivo para que Netanyahu lo tenga en cuenta, con la salvedad de usarlo únicamente como pretexto en el intento fallido de imponer soberanía israelí en las áreas de las colonias israelíes en Cisjordania.

Si bien la estrategia de Netanyahu no estaba equipada de componentes que puedan evitar la conformación futura “de jure” de un estado binacional judío -palestino, tampoco lo estaba con medidas que puedan estimularlo y promoverlo. No así con respecto a las medidas que comenzó a adoptar el nuevo gobierno liderado por Bennet y Lapid.

MAPA DE ISRAEL COMO ESTADO BINACIONAL
En un movimiento táctico destinado a consumar hechos ante la próxima entrevista programada entre Biden y Bennet, el gobierno de Israel anunció la decisión de autorizar la construcción de 2,200 viviendas en colonias judías en la zona C de Cisjordania, bajo control total israelí. Para aliviar el gusto amargo del primer sapo que este gobierno israelí obliga tragar al estadounidense, en forma sorprendente Jerusalén también anunció la autorización de la construcción de 800 viviendas para palestinos en sus aldeas de la misma zona C (“Bennet autoriza la construcción de 800 viviendas a palestinos en zona C y 2,200 en colonias judías”, Haaretz, 1-8-21).

Pero la construcción de viviendas no es la única decisión del nuevo gobierno de Israel cuya consecuencia es enmarañar las vidas de dos pueblos enfrentados por la pretensión de soberanía en un mismo territorio. El aspecto laboral, no menos importante que la vivienda, también dio lugar a decisiones que engrosan ese nudo gordiano cada día más difícil de desatar.

“Israel pretende aumentar en 15.000 la cantidad de trabajadores palestinos residentes en Judea y Samaria que trabajan en Israel en el área de la construcción”, expresó el COGAT, organismo que supervisa las actividades civiles en los territorios gobernados por la Autoridad Palestina. Los nuevos permisos elevan el número de palestinos autorizados a trabajar en Israel a 106.000, sumados a otros 30.000 autorizados a trabajar en asentamientos judíos en Cisjordania, informó un funcionario de seguridad bajo condición de anonimato (“Israel adjudicará 16.000 permisos de trabajo a palestinos”, Ynet en español, 28-7-21).

Pero esta no es toda la realidad. Periódicamente los medios se preocupan por informar, inclusive filmar, las decenas de miles de palestinos que logran filtrarse por la valla de separación y trabajar ilegalmente tanto en Israel como en los asentamientos judíos de Cisjordania ante los ojos cerrados de las fuerzas de seguridad israelíes. (“También hoy: palestinos ingresan a Israel por un hueco en la valla y suben a transporte que los lleva al trabajo”, Ynet, 1-2-21 https://www.ynet.co.il/news/article/By2z34rg00).

En oposición a un plan destinado a crear condiciones de autosuficiencia económica y política de los palestinos con el objetivo de una futura, clara y sostenible separación geográfica, esta integración económica y demográfica regional, promovida por el gobierno de Israel en base a las últimas medidas adoptadas, necesariamente va consolidando en la región un enmarañamiento judío-palestino de carácter económico, social y político que difícilmente se pueda separar y que el destino inevitable es la conformación de un estado binacional “de jure”.

Nadie es capaz de poner en duda que el soberano en esta rara conformación política es Israel, cuyos líderes deberán decidir en un futuro próximo si mantienen a la población palestina de Cisjordania sin ciudadanía adquiriendo el carácter de Apartheid para todo el Estado Judío (hoy lo es únicamente en Cisjordania), o sucesivamente, otorgan ciudadanía a palestinos de Cisjordania y así pierden la mayoría judía de Israel. Una alternativa peor que la otra.

La conducta del gobierno de Israel conduce indefectiblemente al estado binacional y el único interrogante es la fecha en que se sustituya el carácter actual “de facto” para asumir el “de jure”.

Ojalá me equivoque

Daniel Kupervaser

Herzlya – Israel 14-8-2021

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@KupervaserD