
«Una historia alejada de los ambientes elitistas de buena parte de la clase política italiana»,
La líder neofascista publica una autobiografía en la que se construye un perfil presidenciable, que los italianos parecen comprar a tenor de la subida en los sondeos donde ya aparece como una fuerza significatica,.
Hace apenas unas semanas sucedía lo inevitable. Tras más de un año sin parar de subir en los sondeos, Fratelli d’Italia (FdI), el partido de Giorgia Meloni, se colocaba por primera vez en una encuesta como primera fuerza, superando a la Lega de Matteo Salvini. Un sorpasso que algunos analistas consideran precipitado, pero que, sin duda, refleja la tendencia al alza de los de Meloni, y la progresiva pérdida de hegemonía de la Lega de Salvini en el centroderecha.
Fratelli d’Italia llevaba más de un año subiendo en las encuestas, y su escalada durante las últimas semanas ha coincidido en el tiempo con la publicación de la autobiografía de Giorgia Meloni, que se ha convertido en todo un fenómeno editorial en Italia. Casi dos meses después de su publicación, el libro continúa como número uno en la sección de política en Amazon Italia, y a finales de mayo ya se habían superado las 100.000 copias vendidas. Una cifra impresionante para tratarse de la biografía de un líder político.
El éxito en ventas de Meloni es completamente representativo del fenómeno político en que se ha convertido la líder romana. Uno de los numerosos factores que explican el crecimiento de la candidata de FdI es su historia personal. Una historia atípica, alejada de los ambientes privilegiados y elitistas de los que suelen provenir buena parte de la clase política italiana, y que Meloni ha convertido en uno de sus mayores activos electorales.
Como ya ocurrió con los liderazgos de Salvini o Berlusconi, el factor personal ha jugado un papel fundamental en el auge de la formación de Giorgia Meloni. Una mujer a la que nadie regaló nada y cuya firmeza y perseverancia en sus convicciones son muy bien valoradas por la población italiana.
De la Garbatella a Montecitorio
La infancia y juventud de Giorgia Meloni transcurre en la Garbatella, un barrio popular de Roma donde la líder de FdI creció en una familia integrada únicamente por mujeres. El padre de Meloni abandonó a su mujer y sus hijas para marcharse a vivir a las Islas Canarias cuando estas eran menores de edad, lo que marcaría para siempre la vida de la familia. Desde muy joven, la futura líder de la ultraderecha tuvo que trabajar para ayudar económicamente en casa, compaginando estos trabajos a tiempo parcial de camarera o cuidando niños, con sus estudios y su militancia política.
Meloni comenzó a hacer política lejos de las altas esferas cuando a los quince años ingresó en el Fronte della Gioventú, las juventudes del neofascista Movimento Sociale Italiano (MSI). En poco tiempo, comenzaría a destacar entre los jóvenes militantes neofascistas, convirtiéndose en una relevante líder del movimiento estudiantil de derechas, lo que, según ella, provocó hostilidades en algunos de sus profesores. Estas supuestas hostilidades y las “dificultades que sufrían en su día a día los militantes ‘misinos’” no la echaron para atrás, y con los años, Meloni acabaría haciendo de la política su forma de vida.
Es necesario subrayar que la militancia de Meloni no era una militancia cualquiera. El Fronte della Gioventú (FdG) era una organización neofascista que durante los años más duros de violencia política, los conocidos como ‘años del plomo’, tuvo multitud de miembros implicados en atentados terroristas de extrema derecha que se cobraron decenas de víctimas mortales. Un hecho que Meloni omite en el libro, en el que solo menciona varios atentados mortales sufridos por militantes del FdG, y presenta a las juventudes de los ‘misinos’ como un inofensivo grupo de jóvenes patriotas que amaban a su país y organizaban eventos juveniles.
Unos años después de su ingreso en el Fronte della Gioventù, el neofascismo italiano atravesaría un proceso de refundación en el que se despojaría de algunos de los elementos más antidemocráticos de su discurso. Esta transformación por la que el MSI pasaría a llamarse Alleanza Nazionale (AN), llevó al Fronte della Gioventù a experimentar un proceso similar y cambiar su nombre a Azione Giovani. Meloni continuaría en el partido en esta nueva etapa en la que escalaría hasta lo más alto.
En 2004 se convertiría en la máxima dirigente juvenil de Azione Giovani y, en apenas dos años, daría el salto a la política “de los mayores”. Electa diputada en el Congreso en 2006, el entonces candidato y secretario general de Alleanza Nazionale, Gianfranco Fini, la propondría para vicepresidenta de la Cámara ubicada en el Palacio de Montecitorio, convirtiéndose en la parlamentaria más joven en ejercer el cargo. No sería el único récord que batiría, y en 2008, Silvio Berlusconi nombraba a Meloni ministra de Juventud de su cuarto gobierno. Aquella joven militante neofascista de la Garbatella alcanzaba la cima de la política con apenas 30 años, convirtiéndose en la ministra más joven de la historia de la República.
De Alleanza Nazionale a Fratelli d’Italia
El camino que recorrió Meloni desde su adolescencia hasta llegar a sentarse en un Consejo de Ministros no fue nada fácil, al igual que tampoco lo fueron los años siguientes para su espacio político. En 2008, su partido, Alleanza Nazionale (AN), confluía con la formación liderada por Silvio Berlusconi, en una plataforma, el Popolo della Libertá (PdL), que buscaba ser el nuevo referente de la derecha italiana.
Gracias a esta unión, la derecha ganó las elecciones, pero a la larga esta decisión supondría la muerte política de Alleanza Nazionale. Todo se empezó a torcer con las fricciones entre Berlusconi y el ex secretario de AN, Gianfranco Fini, y tras la salida de este último, que giró hacia el centro y formó un partido de centroderecha moderado. Los antiguos militantes neofascistas quedaron así huérfanos en el PdL, a merced de los designios de Berlusconi.
Ante esta situación de abandono, Meloni daría un paso adelante en 2012 encabezando una salida en masa de los ex miembros de Alleanza Nazionale que dio lugar a la creación de Fratelli d’Italia. Este sector se opuso fervientemente al gobierno técnico de Mario Monti apoyado por Berlusconi y por la práctica totalidad de los partidos, a excepción de la Lega y la Italia dei Valori del exjuez Di Pietro. Una actitud que guarda bastantes paralelismos con la reciente decisión de Fratelli d’Italia de no apoyar al gobierno de Mario Draghi, pero con una diferencia sustancial: esta vez la Lega sí ha apoyado este gobierno, de manera que la formación de Meloni es prácticamente la única importante de la oposición.
En aquel momento, el apoyo a Monti fue la gota que colmó el vaso para un sector que se sentía traicionado por Fini e ignorado por Berlusconi. Fruto de esta situación, la extrema derecha del PdL abandonaría la plataforma reagrupándose en una formación, Fratelli d’Italia, que por entonces era minoritaria, pero que hoy superaría el 20% de votos según muchas encuestas.
La empresa no era fácil, pero Meloni, apoyándose en los sectores cercanos al veterano dirigente Ignazio La Russa y en sus antiguos compañeros de militancia en Azione Giovane, consiguió recuperar el espacio político que llevaban ocupando el MSI y sus formaciones herederas desde 1946. La propia Meloni comparaba esta experiencia con un suceso ocurrido durante su infancia, cuando se incendió su casa y su familia tuvo que empezar de cero en otro apartamento tras haberlo perdido todo.
“A veces lo pienso, y bromeando me digo que quizás fue por eso por lo que muchos años después encontré el valor de refundar una casa política. En el fondo ya lo había visto hacer cuando tenía cuatro años, ¿por qué no podía conseguirlo con 35?”. Efectivamente, la política romana lo consiguió, y la refundación de la derecha italiana constituye uno de los mayores logros de su trayectoria personal.
Una autobiografía en el momento justo
No hay nada de casual en la publicación de la biografía de Giorgia Meloni, y, al igual que Salvini en su día, la líder de Fratelli d’Italia ha calculado con precisión el momento en que sus memorias podrían ser más convenientes para sus intereses. Sin parar de subir en las encuestas y con un Salvini haciendo equilibrios constantes para combinar su apoyo al gobierno Draghi con cierta labor de combate al centroizquierda, Meloni ha visto la oportunidad de darle la estocada a su adversario.
La líder romana se presenta como una mujer corriente, con sus aficiones, sus miedos y sus pasiones, y trata de parecer más humana que sus rivales
Con su libro, Meloni pretende terminar de pulir un perfil completamente presidenciable. Una estrategia que lleva años preparando, con apariciones continuas en la televisión y realizando entrevistas de corte más personal, como las que le ha hecho en más de una ocasión el periodista Maurizio Costanzo. La última etapa de este recorrido es una autobiografía en un tono hagiográfico, y a veces victimista, donde las vivencias personales se entremezclan con las posiciones políticas que mantiene la extrema derecha en una variedad de temas.
La líder romana se presenta como una mujer corriente, con sus aficiones, sus miedos y sus pasiones, y trata de parecer más humana que sus rivales. Una estrategia que ya permitió a Matteo Salvini obtener enormes réditos electorales, gracias a su estilo cercano y campechano y a un aluvión de fotos en las redes en las que el lombardo aparecía desayunando Nutella, descamisado en la playa o probando platos locales de los lugares que visitaba.
Sin embargo, el estilo de Salvini terminó por parecer excesivo a muchos italianos. Su presencia constante en los medios y el bombardeo de selfies en las redes sociales llegó a un punto en el que dejó de parecer natural. Su sobreactuación, sumada a una ambición desmedida que demostró cuando tiró abajo el gobierno Lega+5 Stelle, le restaron credibilidad, y, desde hace tiempo, el líder lombardo se encuentra a la baja en los sondeos.
Lo contrario ocurre con Meloni, que por el momento parece estar aguantando el tirón tras más de un año con todos los focos puestos sobre ella. La presidenta de Fratelli d’Italia no tiene los excesos que han acabado pasando factura a Salvini y a Berlusconi. Su estilo es cercano y con menos estridencias. Parece sincera y, tanto en entrevistas como en su libro, utiliza anécdotas de su vida personal con mucho acierto para cargar contra sus adversarios e introducir medidas del programa de Fratelli d’Italia.
En este sentido, su autobiografía, lejos de ser una casual recopilación de sus vivencias personales, está completamente escrita en clave electoral. Así, si Meloni cuenta que de adolescente sufrió bullying en la escuela, lo hace para enlazarlo con una crítica a la Ley Zan, (un proyecto de ley contra la homofobia y la transfobia) y si dice que su madre se dio la vuelta a las puertas de la clínica de aborto y decidió tenerla en el último momento, es para lanzar posteriormente un alegato antiabortista. Todas estas anécdotas son completamente interesadas y cumplen su función en el relato, o bien introduciendo un argumento político, o puliendo la imagen de Meloni como una líder cercana, afable e incorruptible.
El perfil personal de la líder de FdI gusta a la gente porque es atípico, el de una joven militante de un barrio popular de Roma que tuvo que trabajar desde joven para pagarse sus estudios. Meloni, plenamente consciente, se refiere a ello constantemente y se presenta como una persona natural, sincera y que se muestra al público tal y como es.
A diferencia de lo que ocurre con otros líderes de la ultraderecha, que responden plenamente al arquetipo asociado a su posición política –véase a Donald Trump o a Rocío Monasterio e Iván Espinosa de los Monteros–, la figura de Meloni escapa de los estereotipos tradicionalmente asociados a su espacio político: el ultraderechista adinerado, temeroso de perder sus privilegios, o el ultra violento y peligroso.
Esto lo sabe bien la líder de Fratelli d’Italia, que no duda en remarcar estas notas de su vida personal que rompen con todo estereotipo, como que no está casada con su pareja y que tuvo a su hija fuera del matrimonio. Algo que, según ella, le reprochan a menudo tachándola de hipócrita por defender la familia natural fundada sobre el matrimonio.
Para cargar contra la izquierda, el aborto o los musulmanes, a Meloni le vale todo, y en su libro compara a la izquierda con los fanáticos islámicos que cometen atentados terroristas
No obstante, la figura de Meloni esconde muchas más aristas de las que ella misma reconoce. En el libro presume de no contar con spin doctors y de que lleva trabajando años con un equipo procedente casi al completo de la militancia de las juventudes del MSI, ocultando deliberadamente que, desde hace tiempo, a la cabeza de su equipo de comunicación se encuentra Tommaso Longobardi, un experto que dio sus primeros pasos en el Movimento 5 Stelle.
Esta no es la única omisión que contiene la obra, repleta de inexactitudes interesadas y medias verdades a la hora de exponer argumentos políticos. Para cargar contra la izquierda, el aborto o los musulmanes, a Meloni le vale todo, y en su libro compara a la izquierda con los fanáticos islámicos que cometen atentados terroristas; dice que el Islam es una religión que “solo puede ser política” al incluir la Ley Sharia entre sus textos sagrados (dando por hecho que todas las personas musulmanas y todas las interpretaciones del Islam defienden y siguen la Sharia a rajatabla, cosa que no es cierta); y habla en numerosas ocasiones de casos de aborto al noveno mes como si la mayoría de abortos que se practican en Italia fueran así.
Sin embargo, lo más interesante de la obra no son estos ataques, sino otro lado de su personalidad que quiere presentar Meloni. El propio Longobardi reconocía en una entrevista con Il Corriere della Sera que su estrategia para Meloni se basaba en hacer hincapié en la coherencia y en mostrar el “lado humano” de la líder de la ultraderecha. “Antes solo se conocía su faceta más política y más agresiva, no hemos hecho otra cosa que mostrar otro ángulo de su personalidad” afirmaba el cada vez más conocido asesor de FdI.
Este tono, a pesar de los ataques a sus adversarios, es el que predomina en buena parte del libro, en el que Meloni trata de ser cercana y de mostrar cierto sentido del humor ironizando sobre ella misma. El mismo título de la obra, Io sono Giorgia, proviene de un remix en tono satírico del dj MEM & J, que transformó un discurso de Meloni en Piazza del Popolo en un tema de techno.
El hit se hizo viral en Italia y Meloni trató de apropiárselo desde el primer momento, hasta el punto de titular así su libro y estructurar los capítulos siguiendo la letra del estribillo de la canción: Io sono Giorgia, sono una donna, sono una madre, sono cristiana, (soy Giorgia, soy mujer, soy madre, soy cristiana).
No cabe duda de que la publicación de la biografía de Meloni no es casual y que trata de construir un relato. El de una mujer italiana de mediana edad que podría ser tu madre, tu amiga o tu hija. Una persona normal, con sus problemas, sus contradicciones, sus manías y sus inseguridades, con la que una amplia mayoría de ciudadanos podría identificarse.
Alguien que ha conocido la precariedad, que creció en un hogar sin lujos y que ha tenido los mismos problemas que muchos italianos. Una líder que no es ningún monstruo, que cita canciones de Maroon Five y Ed Sheeran en las introducciones de sus capítulos, que hace malabares para escaparse antes del trabajo y disfrutar de un rato más con su hija, y que antes de dormirla se inventa historias de princesas guerreras y le canta una canción del cantautor antifascista Fabrizio De André.
Todo esto forma parte desde hace tiempo de una operación de largo recorrido que busca humanizar a la líder de una opción política vetada hasta hace no tanto por muchos italianos. Aunque ya en 1994 Silvio Berlusconi levantara este veto, incluyendo en su gobierno a ministros de la Lega y el Movimento Sociale Italiano, con Meloni, Fratelli d’Italia amenaza con romper el techo de la ultraderecha y aspira incluso a ser primera fuerza a nivel nacional. Su figura ha terminado de romper los esquemas de la política italiana, y dentro de poco sabremos hasta dónde es capaz de llegar.