Rusofobia Salvador López Arnal. Sociólogo**(Sobre el libro Rusofobia de Robert Charvin)

Si usted descree de los principales medios de intoxicación occidentales (y algunos orientales), con las matizaciones que sea razonable hacer, cuando presentan a Rusia como perfecta encarnación del mal, del diablo o del horror, como el gran peligro a exterminar, como la amenaza real o muy real que debemos tener siempre presente….

…Si usted observa que, independientemente de que el sistema económico imperante en Rusia es similar al de otros países occidentales (un neoliberalismo con, acaso, una mayor presencia de lo público en algunos sectores y con algunas conquistas sociales de los años socialistas —o lo que fueran— no liquidadas), Rusia sigue siendo el enemigo (o uno de los enemigos) a batir y, a ser posible, destruir, como en tiempos de la hace décadas extinta Unión Soviética.

Si usted ha tomado conciencia de que lo puede significar que las bases otánicas rodeen el espacio ruso, por este, sur y oeste, mientras que, como es evidente (y más que correcto), Rusia no sitúa base militar alguna en la frontera usamericana.
Si cree usted que está en marcha, desde hace varias décadas, una auténtica revisión del papel de la
URSS en la II Guerra Mundial y de los militantes y revolucionarios comunistas democráticos de la
resistencia antifascista- comunista.
Si opina usted que el interrogante con el que Michel Collon abre su prólogo —«¿Hay que odiar a
Rusia o reflexionar?»— es más que pertinente y tan elemental como el aire que respiramos.
Si usted tiende a pensar que las noticias que le llegan de Letonia (un ejemplo entre otros) tienen
mucho que ver con el triunfo del neofascismo (o, más directamente, del nuevo fascismo a secas).
Si usted sospecha que la diabolización, creciente e ininterrumpida, de Rusia no es un tema de azar o
de equivocación menor o de «algunos alocados», sino asunto muy diseñado en las altas esferas
imperiales, con intelectuales de altos vuelos en coordenadas de planificación, diseño que en última
instancia aspira a la liquida- ción o desmembramiento de Rusia como nación.
Si conoce algo del caso Kononov y lo que conoce le pone de los nervios y enciende todas sus
alarmas humanistas, democráticas, intelectuales y antifascistas.
Si la mirada de algunos historiadores occidentales (también la de algunos rusos) le pare- ce
cualquier cosa menos un verdadero relato histórico, una auténtica aproximación objetiva,
máximamente rigurosa en el decir de Ángel Viñas, a la historia rusa, tan conflictiva como casi
todas.
Si le enerva que la historia de Rusia sea vista y difundida como encarnación de la barbarie, una
barbarie siempre de los otros y nunca nuestra.
Si no está dispuesto a admitir que la revolución de octubre se convierta, con toda la ligereza e
irresponsabilidad del mundo, en un muy cruento e irresponsable golpe de Estado de una pandilla de
fanáticos comunistas irresponsables.
Si ven ustedes síntomas claros de que una nueva guerra fría, tan perversa como la anterior, está
levantándose aquí y allá.
Si usted opina que muchos que hablan de derecho internacional se lo pasan por la entrepierna
cuando se trata de Rusia y sus intereses y, de hecho, hablan por hablar, es decir, hablan sin
conocimiento de causa o por decir A donde sería justo decir Z.
Si piensa usted que, a día de hoy, Rusia es, fundamentalmente, un país agredido y no un país
agresor.
Si usted también cree que Rusia no representa hoy una verdadera amenaza prácticamente para
ningún país y que cuando ha intervenido más allá de sus fronteras es cuando –y solo cuando– se ha
visto acosada por tierra, mar y aire, y por la derecha, la izquierda o el sur.
Si opina usted que filósofos como Bernard Henry Levy son intelectuales orgánicos, muy bien
remunerados, del sistema neoliberal, especialmente cuando lanzan sus injustificadas diatribas contra
el diablo ruso y su barbarie antioccidentalista.
Si observa mucho de racismo y supremacismo cuando se habla y opina sobre Rusia.
Si piensa usted que, pensando objetivamene, en asuntos de geopolítica el papel de Rusia (como el
de China) no es ni de lejos equivalente al del imperial imperio usamericano.
Si no ha olvidado usted lo que significaron para la ciudadanía rusa y para muchos otros pueblos, los
dolorosos y contrarrevolucionarios años de Boris Yeltsin, y la ubicación de Rusia en el archivo de
los trastos que manejar a voluntad del Señor de los Anillos Imperiales.
En fin, si usted reúne estas condiciones (y algunas complementarias probablemente), este es un libro que debe leer, que no se puede perder. ¡Léanlo y difúndalo!
Innecesario es decirlo: no hay ninguna apología de Putin ni de sus políticas en todas sus caras y
aristas, y, por supuesto, nadie piensa que la Rusia de hoy sea un país socialista o una encarnación de
Ítaca. Nada de eso. No hay ceguera analítica. Hay un intento justo de aproximarnos a una realidad
que no merece desprecio, revisión e insulto.

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Me olvidaba: un dato que recojo de un artículo de Poch-de-Feliu («No estamos lejos de los
funerales de la OTAN», http://ctxt.es/es/20180711/Politica/20685/trum p-putin-otan-defensa-UEguerra-
fria-rafael- poch.htm): los gastos militares de la OTAN ascienden a 954.000 millones de
dólares, los de Rusia a 66.000 millones (¡unas 14,5 veces más!). Sin embargo, ¡ay!, sin embargo, es
la OTAN, EEUU, Occidente, la UE y los grandes poderes los que claman todos los días del mes y
del año sobre la «amenaza rusa» y su espíritu belicista. La Alicia carroliana tenía razón: las palabras
significan lo que el poder quiere que signifiquen.

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PS. En el mismo trabajo, Poch de Feliu daba cuenta de la siguiente paradoja: «… Es la hora de las
incongruencias. Recuerden el caso Skripal. El 5 de marzo un ex agente ruso y su hija aparecían
envenenados por una presunta sustancia nerviosa de uso militar cerca de Salisbury. Al día
siguiente se acusaba a Rusia del hecho. En una semana el Reino Unido expulsaba a 23 diplomáticos
rusos y a la semana siguiente los países de la OTAN se sumaban a la medida expulsando a decenas
de diplomáticos. El agente y su hija se restablecieron. Esta semana ha muerto una persona en la
misma zona, donde, en Porton Down, hay una fábrica de armas químicas británica. Su pareja está
muy grave. Sin embargo no hay ninguna reacción. ¿Alguien explica algo?».


  • **Salvador López Arnal es miembro de CEMS (Centro de Estudios de Movimientos Sociales) de la
    Universidad Pompeu Fabra

Fuente: Papeles de relaciones ecosociales y del cambio global, número 145, 2019, pp. 169-170