Heinrich Heine y su Canto de los tejedores silesianos Heinrich Heine. Poeta alemán. El Viejo Topo (13/12/18)

Rebelión de los tejedores de Silesia. Carl Wilhelm Huebner (1814–1879)

El 13 de diciembre de 1797 nacía en Dusseldorf el gran poeta alemán Heinrich Heine, demócrata revolucionario y amigo de Karl Marx.  Lo recordamos  con el poema que escribió en honor a la Insurrección de los tejedores de Silesia en junio de 1844 (Valga esta nota en recuerdo del doctor Alfredo Bauer, entrañable médico, humanista  y luchador social que dejó un  gran aporte a la cultura argentina/germana)

 

Sin lágrima en el ceño duro
Están junto al telar y aprietan los dientes:
Alemania, tejemos tu sudario,
Y en él la triple maldición.

Tejemos, tejemos.
Maldito el ídolo al que impetramos
En fríos de invierno y angustias de hambre,
En vano creímos y le miramos,
Nos ha vendido, nos ha engañado.

Tejemos, tejemos.
Maldito el rey, el rey de los ricos,
Que no ablandó nuestra miseria,
Que nos arranca lo que sudamos,
Que como perros nos manda matar.

Tejemos, tejemos.
Maldita sea la patria falsa,
Para nosotros humillación,
Siega temprana de toda flor,
Festín podrido de los gusanos.

Tejemos, tejemos
Cruje el telar, la lanzadera vuela,
Siempre tejemos, de día y de noche,
Vieja Alemania, es tu sudario,
Y en él la triple maldición.
Tejemos, tejemos.


Nota del Editor.Acuciados por la necesidad y la precariedad laboral, en 1844 los tejedores de Silesia iniciaron una revuelta que suele figurar como una de las primeras grandes luchas de masas  en Europa. Fue en territorio entonces de Prusia y hoy de Polonia. Las tropas prusianas acabaron a sangre y fuego con aquel levantamiento de los obreros del textil. De los muertos, de los heridos, de cuantos quedaron inválidos, quizás nadie se acordaría si Heinrich Heine no hubiese escrito, sobre ellos y su revuelta, uno de los poemas de temática social con mayor potencia, salido de una pluma romántica e irónica. Indica Heine que los tejedores, mientras tejen, cantan entre dientes tres maldiciones: la primera contra Dios que se olvidó de sus plegarias y su hambre; la segunda contra el rey prusiano que no mitigó su miseria y mandó disparar contra ellos como si fuesen perros callejeros; la última contra una falsa patria donde sólo prospera la ignominia, la desfachatez y el estiércol donde tienen su hábitat los gusanos.