
El miércoles 4 de julio de 2018 se estrenaba en Francia “Cuatro hermanas”, el último documental de Claude Lanzmann, en el que incluía cuatro entrevistas que habían quedado fuera de “Shoah”, su obra más importante sobre el Holocausto[1]. Al día siguiente, jueves, Lanzmann moría en su casa de París a los 92 años.
En 2011 se publicó en España “La liebre de la Patagonia” (Seix Barral), título bajo el que Claude Lanzmann escribió sus memorias, la autobiografía de quien fue uno de los personajes más carismáticos de la cultura del siglo XX. Parte de estas memorias, una relación amorosa con una enfermera norcoreana en su juventud, la convirtió en una película que se había estrenado el pasado festival de Cannes con el título de “Napalm”. (ver Recuadro al pie) Todo esto muestra la vitalidad de un militante político antifascista y un creador que, superados los noventa años, mostraba una lucidez poco habitual a esas alturas de la vida.
Testimonios contra el Holocausto
Lanzmann Pasará a la historia por ser el autor de “Shoah”, el documental más extenso, nueve horas, sobre el Holocausto, una obra monumental en la que invirtió doce años, cuyo visionado resulta más esclarecedor que todos los libros que se hayan podido escribir sobre el tema, porque consiguió entrevistar a víctimas y a verdugos y porque retrató a la sociedad alemana que callaba y veía para otro lado mientras se cometían algunos de los crímenes más execrables del siglo.
Pero Lanzmann no fue sólo un cineasta. Nacido en el seno de una familia judía que emigró desde la región de Besarabia a Francia, fue militante de las Juventudes Comunistas de Francia y un héroe reconocido de la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial.
Fue amante de Simone de Beauvoir durante ocho años y a la muerte de ésta en 1986, dirigió “Les Temps Modernes”, la prestigiosa revista de pensamiento que fundara Jean Paul Sartre. Fue también durante algún tiempo catedrático de la Universidad Libre de Berlín.
Entre su obra documental cinematográfica destacan también “Por qué Israel” (1972) y “Tsahal” (1994), en torno al nacimiento del Estado de Israel. En otras de sus películas, “Un vivant qui passe” (1997) y “Sobibór, 14 de octubre de 1943” (2001), recrea asiismo episodios del Holocausto.
“Shoah”, un documental para la historia
En 1985 Claude Lanzmann rodó “Shoah”, uno de los mejores documentales de la historia del cine y el mayor testimonio filmado sobre el holocausto, fruto de los más de doce años de trabajo que Lanzmann dedicó a investigar el exterminio de los judíos. Debido sobre todo a su larga duración (más de 9 horas y media) en España pocas salas de cine se arriesgaron a proyectarla y únicamente TVE llegó a emitirla –no sé si completa- en alguna ocasión.
Gracias a su publicación en DVD (existen interesantes ofertas en Internet) ya es posible organizar un visionado cómodo y a plazos a voluntad del consumidor. El resultado es uno de los documentos más dramáticos sobre el holocausto judío. Que nadie espere ver imágenes de prisioneros, campos de concentración, cadáveres de víctimas y restos de la masacre, esas imágenes que siguen conmoviendo al mundo cada vez que se proyectan o se emiten. Las imágenes de esta película son las de los escenarios donde ocurrieron los crímenes, o lo que queda de ellos, surcados continuamente por los trenes que evocan el traslado de los cientos de miles de víctimas.
El documental se basa en declaraciones de personas de alguna manera relacionadas con el exterminio: supervivientes, testigos alemanes, polacos, ucranianos, soldados y oficiales de las SS, historiadores, familiares… Sus voces se escuchan con el estremecimiento que provoca el testimonio de las víctimas y los verdugos del horror. Algunos tienen que interrumpir sus declaraciones al no poder contener la emoción y las lágrimas que les provocan los recuerdos.
Si obras como “El pianista” Roman Polansky, “La lista de Schlinder”de Spielberg o “El tren de la vida”, de Radu Mihaileanu, aún desde la ficción, son desgarradores gritos cinematográficos de una tragedia inexplicable, “Shoah” es el horror mismo, el drama hecho testigo documental de unos acontecimientos que avergüenzan a la humanidad.
A más de 70 años del final de la guerra y de la liberación de los campos de concentración y exterminio, ahora que quedan ya pocos testigos vivos de la masacre, no está de más recordar la ignominia que supuso para todo un pueblo la locura de un régimen político. Y el visionado de “Soah” es aún una de las mejores formas de hacerlo.
*Información y opinión sobre el Holocausto en periodistas-es.com
«Napalm»» su último documental, premiado en Cannes.
El último largometraje de Lanzmann se vio el año pasado en el Festival de Cannes y estuvo luego en el de Mar del Plata. Se trata de Napalm, un pequeño film de cámara para las dimensiones a las que estaba acostumbrado Lanzmann, y narra el estremecedor “breve encuentro”, en 1958, entre un miembro francés de la primera delegación de Europa occidental invitada a Corea del Norte (el propio Lanzmann, claro) y una enfermera del hospital de la Cruz Roja coreana, en Pyongyang, la capital de la República Democrática Popular de CoreLa enfermera Kim Kun Sun y el delegado francés tenían una única palabra en común que ambos comprendían, “Napalm”, que no solamente le da su título a la película. Esa palabra sintetiza la historia de un pueblo demonizado por los Estados Unidos como “el eje del mal”, pero que paradójicamente sufrió la agresión estadounidense como pocos territorios en el mundo (exceptuando Vietnam), cuando entre 1950 y 1953 fue bombardeado de manera incesante y salvaje. “Estados Unidos arrojó sobre Pyongyang 480 mil bombas, cuando la ciudad tenía 400 mil habitantes: más de una bomba por habitante”, le explica fríamente una guía militar a Lanzmann en su regreso a ese país al que él estaba indisolublemente ligado por aquella fugaz, platónica historia de un amor condenado por las circunstancias. Era inconcebible entonces -como seguramente lo sigue siendo ahora- que un hombre occidental y una mujer del ejército norcoreano pudieran siquiera acercarse. Nunca una película tan pequeña dijo tanto sobre el siglo que les tocó vivir a sus agonistas.
Extractado de la nota de Luciano Monteagudo «»Un cineasta monumental…»en Pagina 12/6.07.18)
