
En la lucha contra los molinos de viento, El Quijote nos relata una pelea contra enemigos imaginarios. Con la furia que desata contra quienes osan criticar sus posiciones políticas, Netanyahu nos describe una pelea contra enemigos difusos y despersonalizados.
En este marco, y a nivel interno israelí, el dedo de Bibi se dirige a los medios de difusión, la izquierda, organizaciones de defensa de derechos humanos y el poder judicial. A nivel internacional, fuera de Irán y los palestinos a quienes identifica claramente, Netanyahu señala continuamente a ONU. Lamentablemente, no tiene el Sancho que le diga que ONU no es el verdadero enemigo, y que, en realidad, se trata de un tipo de molino de viento. Para Netanyahu, las “Naciones Unidas” es un demonio indomable.
Durante los últimos años, ONU, en sus diversas instancias e instituciones, adoptó por amplia mayoría resoluciones catalogando a Israel como potencia ocupante en Cisjordania y condenando su conducta en esos territorios y en Gaza. A estas acusaciones Netanyahu replicó con una serie de calificativos muy despectivos respecto de esta institución supranacional. Así se escucharon expresiones como: “ONU es la casa de las mentiras”, “En ONU reina la hipocresía por inclinarse permanentemente contra Israel”, o, “ONU es un teatro del absurdo”.
Lo que Netanyahu y muchos de quienes adoptan la misma posición no entienden, es que ONU, como organización que involucra 193 miembros, se trata de un cuerpo amorfo, que no se lo puede identificar con ningún líder o país, que no tiene vida ni política independiente, salvo la suma de votos de sus miembros cada vez que adopta una resolución. Así ocurrió con las dos últimas votaciones de días atrás. En la primera, la falta de una mayoría del 75% no permitió la inclusión de Hamas como responsable conjunto de la violencia de las últimas semanas en el límite con Gaza. En la segunda y principal, adoptaron la resolución de condenar solamente el accionar de Israel en esa área.
Pocos votos para culpar a Hamas
Nuevamente se escuchó desde Jerusalén una andanada de imputaciones y recriminaciones a la entidad. Nada, absolutamente nada, a cada uno, o al menos a los más significativos, de la masiva cantidad de países que levantaron la mano aprobando la resolución.
Como se recordará, un par de meses atrás, Netanyahu junto al Primer Ministro Griego y el presidente de Chipre, acordaron promover un grandioso proyecto económico conjunto de abastecimiento de Gas natural a Europa y de esa manera dejar de lado a Turquía. El trasfondo: “las relaciones entre Israel, Grecia y Chipre durante los últimos años están en un continuo proceso de estrechamiento, principalmente en materia de seguridad y energía”[1]. ¿Qué pasó en la última votación en ONU donde Israel sostiene que se defiende de Hamas? Ambos países se abstuvieron y permitieron la condena a Israel. Netanyahu no lo mencionó.
Grecia y Chipre le meten el dedo en el ojo a Netanyahu
A mediados del año anterior Netanyahu llegó a un acuerdo con el Grupo Visegrad (Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia). El objetivo principal del mandatario israelí fue interceder en la Unión Europea para sabotear decisiones anti israelíes. Así lo describió el presidente húngaro: “Decidimos que las relaciones entre Israel y la Unión Europea no son lo suficientemente racionales y se deben mejorar. Lo promoveremos en el marco de la Unión Europea”[2]. Pregunta: ¿Cómo votaron estos 4 países en la última votación de ONU? Acertaron: al igual que la gran mayoría de los países europeos, se abstuvieron. Netanyahu continúa con la boca cerrada.
Seguramente el lector recordará las declaraciones de Jimmy Morales, presidente de Guatemala, durante su visita a Israel semanas atrás con motivo de la inauguración de su nueva embajada en Jerusalén. En esa oportunidad aseguró que “Guatemala e Israel tienen una relación de amor entre hermanos. Nosotros nos sentimos como en casa”[3]. ¿Cómo votó el representante de Guatemala en ONU? Adivinaron: se abstuvo y también Guatemala permitió la condena de Israel. Ningún reproche se escucha de su hermano de Jerusalén.
Paraguay también prometió trasladar su embajada en Israel a Jerusalén. Eso le valió grandes elogios del gobierno israelí. Esta semana le metió un puñal en la espalda política a Netanyahu. No solo se abstuvo de votar en contra de la propuesta de repudio a Israel, también se abstuvo de votar a favor de reconocer a Hamas como culpable de la violencia.
En el mes de septiembre del año anterior Netanyahu llevó a cabo la primera gira por Latinoamérica de un Primer Ministro israelí en funciones. En esa oportunidad visitó Argentina, Colombia y México con el objetivo de fortalecer el posicionamiento internacional de Israel. Tras la investidura de su amigo Macri que reemplazó la discutida Cristina Kirchner, la mayor expectativa estaba centrada, por supuesto, en Argentina. El periplo culminó con grandes promesas de un drástico cambio en las votaciones en organismos internacionales por parte de esos países, generalmente anti israelíes. Gran fiasco. Argentina y México, no solo que se abstuvieron y así permitieron la condena a Israel, sino que también se abstuvieron de responsabilizar a Hamas de los trágicos acontecimientos. Colombia, si bien apoyó esa culpa de Hamas, terminó acoplándose a quienes levantaron la mano en favor de condenar a Israel por su accionar en Gaza. De Jerusalén solo se escucha silencio.
Muchos votos para culpar a Israel
Todos aquellos que se alimentaron de expectativas de acercamiento e intereses comunes entre Israel y países árabes sunitas, como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Egipto, etc., también sufrieron una gran decepción. Todos votaron para no señalar a Hamas como grupo terrorista y a favor de culpar a Israel por su desmesurada reacción a las manifestaciones en el límite con Gaza.
Tres grandes potencias, Rusia, China e India, también votaron en contra de Israel y a Netanyahu ni se le ocurre abrir la boca.
El Problema
El proceso es igual en todos los casos. A sabiendas de la gran posibilidad que una propuesta de resolución de condena a Israel sea aceptada, toda abstención significa estar de acuerdo con la resolución, solo que prescinden de votar a favor para no exasperar a Israel. Un país no es una persona. La abstención es apoyo a la mayoría.
Todos aquellos líderes extranjeros que juran en Jerusalén su compromiso de mantener excelentes relaciones con Israel, inclusive garantizar su existencia, apenas despega su avión de regreso comienzan a comprender la situación. Hay una gran diferencia entre sus promesas y la dificultad de defender a capa y espada la política de conquista y colonización judía de Israel en territorios ocupados de 1967. La realidad les demuestra la imposibilidad de rendirse ante la exigencia y la expectativa de la diplomacia israelí y de las direcciones comunitarias judías de la diáspora.
Fuera de aquellos conocidos países árabes, o de mayoría musulmana, que rechazan toda vinculación con Israel, o grupos marginales como el bloque bolivariano de Latinoamérica, Israel no tiene problemas de relaciones políticas y económicas con la gran mayoría de países del mundo. Eso no implica que, hasta el día de hoy, ninguno de ellos, inclusive EE.UU. de Trump, esté dispuesto a reconocer el derecho de Israel de conquistar, someter población nativa sin derechos civiles, y menos aún, colonizar con población judía territorios bajo su dominio militar desde 1967. Es hora que Netanyahu y el pueblo judío del mundo acepten esta realidad.
Al margen y en relación con esta nota, vale la pena mencionar el grosero intento de confundir y lavar el cerebro de judíos de Uruguay y la diáspora en boca de B’nai Brith Uruguay. En la frase final de su publicación mencionan: “Los que votaron la declaración de la mala voluntad en la Asamblea General, incluyendo América del Sur, con las excepciones valiosas y lúcidas de Argentina y Paraguay, ¿desean que sigan las agresiones, las muertes inútiles, los heridos, los campos quemados, los civiles en refugios? Porque eso es lo que lograron”[4].
Como se describió previamente, lo de “valiosas y lucidas excepciones de Argentina y Paraguay” no es más que un burdo disparate. Interesante que esa institución no menciona una palabra de la conducta del gobierno de Uruguay que se opuso a imputar a Hamas por la violencia de su gente y, por el contrario, votó a favor de condenar a Israel.
Daniel Kupervaser