
EL EJÉRCITO DE ISRAEL DEMUELE UNA VIVIENDA PALESTINA EN CISJORDANIA
La instancia superior de justicia en Israel, la Corte Suprema de Justicia, está constituida por 15 jueces cuya cadencia finaliza inexorablemente a la edad de 70 años. Salvo situaciones de fuerza mayor o incontrolables, todos los jueces cumplieron hasta ahora el período legal prescripto hasta su jubilación.
Durante el mes de diciembre de 2020 y a la edad de 65 años, de forma totalmente sorpresiva y sin manifestar motivo alguno, el juez Menachem Mazuz dio a conocer su propósito de renunciar a la distinguida función del alto tribunal en el mes de abril de 2021.
Hoy se sabe el por qué.
En una detallada entrevista al conocido periodista Gidi Waitz, el juez en retiro Mazuz, dibujó una preocupante imagen de la justicia israelí (“El jinete solitario”, Haaretz, 24-12-2021). En esta corta nota solo acentuaremos una de sus acotaciones respecto de la decadencia e injusticias propias del Estado Judío.
Pregunta: “Manny Mazuz, con referencia a resoluciones referidas a la demolición de viviendas de familias de terroristas palestinos usted afirma que la Corte Suprema de Justicia da respaldo a un acto ilegal. ¿Por qué usted lo percibe como tal?
Respuesta: “En la ley del antiguo Oriente, Babilonia, Asiria, el Código de Hammurabi, hace más de 3.000 años, la opinión predominante era que los miembros de la familia son propiedad de quien estaba a su cabecera, y esto se reflejaba en la legislación. Supongamos que un constructor erigía una casa que se derrumba como resultado de su negligencia, y en el accidente muere el hijo del dueño de la casa. ¿Cuál era el castigo en esa época? Matar al hijo del constructor, no al constructor. Violador que se aprovecha de una virgen de cualquier otro, el castigo consiste en aprovecharse de la esposa del violador”.
Y así continua el retirado juez Mazus: “Aparece el judaísmo, con la renovación revolucionaria de las leyes bíblicas, y dijo en varias versiones: ‘Los padres no morirán por los hijos, ni los hijos morirán por los padres’, ‘Cada uno por su pecado morirá‘ y ‘El hijo no será responsable del pecado del padre y el padre no será responsable por los pecados del hijo’. Posteriormente la justicia universal adoptó la idea y prohibió el castigo colectivo”
¿Como todo esto se relaciona con la realidad israelí? Muy simple, la facilidad con que jueces de la Corte Suprema de Justicia, con el justificativo de ser una medida disuasiva, avalan la decisión del gobierno israelí de demoler viviendas donde convivían terroristas palestinos que cometieron crímenes contra civiles.
Para calificar el posicionamiento de la Corte, Mazuz afirma: “Es muy difícil no ver en la demolición de casas un castigo colectivo. Castigan a familiares inocentes, incluso cuando no hay indicios de su participación o conocimiento de los actos de terrorismo. Y generalmente se trata de viviendas donde vive todo el clan. No conozco ningún otro ámbito judicial donde se imponga castigo no a la persona que cometió el delito. Desde mi punto de vista este es un caso extremo. Las demoliciones de viviendas nos están causando a diario un daño internacional. ¿Crees que estos hechos solo se ven aquí? ¿Acaso no saben que todos los años esta temática es materia de propuestas contra Israel en Asambleas anuales del Consejo de Derechos Humanos en Ginebra y en otros foros internacionales?”
Tampoco se necesita ser un experto en estrategia o seguridad para llegar a la conclusión de lo falaz que significa justificar la demolición de vivienda familiar donde convivía un terrorista palestino con la idea que pueda actuar como mecanismo disuasivo de otros potenciales terroristas. Desde 1967 se estima que Israel demolió más de 28 mil viviendas de palestinos en Gaza y Cisjordania. Hoy está claro que toda esa injusticia y daño a la imagen de Israel en el mundo no logró disuadir a ningún palestino. Hoy en día somos testigos que, una tras otra, hasta mujeres jóvenes salen armadas de un cuchillo de cocina a matar judíos a sabiendas que difícilmente retornen vivas y que, seguramente, el destino de la vivienda de su familia sea la demolición.
La demolición de viviendas de familias de terroristas palestinos tiene un solo motivo, y no es la seguridad para disuadir futuros terroristas, sino político. Se trata de satisfacer el perverso instinto que se ha enraizado en amplias capas de la población judía israelí de hacer sufrir a población palestina, no importa si no se logra detener el terrorismo. Nada más provechoso y recolector de apoyo popular para un político israelí que la ola de placer que representa para una mayoría de la población judía de Israel ver las ruinas de una vivienda palestina.
Por supuesto, las viviendas de terroristas criminales judíos, y los hubo no pocos, como el asesino del primer ministro Rabin, están intactas y nadie se imagina que el Estado Judío sea capaz de tocarlas. Son judíos y no palestinos.
Resulta llamativo que poco más de 70 años llevaron a judíos de Israel al olvido de la epopeya de quienes no se sintieron disuadidos y lucharon por la liberación nacional judía en Israel, aun frente al peligro real e inmediato de la horca inglesa. Incomprensiblemente, hoy en día piensan que demolición de vivienda puede disuadir objetivos idénticos de otro pueblo.
Se debe tener claro que, en tanto y en cuanto la visión de la mayoría de la población israelí continue con la idea de no separarse geográficamente de los palestinos para poder continuar con la colonización de Cisjordania, necesariamente consolidará el ya existente estado binacional con población palestina oprimida sin derechos civiles. Bajo esa realidad el terrorismo y el derramamiento de sangre se convertirá en una realidad casi diaria en donde la demolición de viviendas palestinas no lo detendrá y solo incrementará la aversión y actos de desprecio hacia Israel y judíos en el mundo.
Ojalá me equivoque
*Daniel Kupervaser Herzlya – Israel 25-12-2021 http://daniel.kupervaser.com/
kupervaser.daniel@gmail.com