
Finalmente, aunque muy lentamente, a la izquierda judía le comienza a caer la ficha. La visión de la solución del conflicto palestino-israelí en base a la fórmula “dos estados para dos pueblos” no es mas que una utopía.
Peter Beinart es, tal vez, el periodista e intelectual judío estadounidense más sobresaliente en estos tiempos dentro de la denominada línea liberal y progresista (peyorativamente catalogada como “izquierda”). De familia judía tradicional, cumple estrictamente las normas kosher de la vida familiar judía con asistencia permanente a sinagogas.
Sus punzantes y argumentadas notas periodísticas lo convirtieron en punta de lanza y la voz parlante del judaísmo liberal estadounidense. Durante años, como toda la corriente a la que se incorporó, se posicionó abierta e insistentemente detrás de la formula “dos estados para dos pueblos, en la solución del conflicto palestino-israelí.
Para sorpresa de muchos, días atrás publicó un artículo nada menos que en el New York Times, en donde anunció su divorcio incondicional y definitivo con la fórmula de dos estados bajo el título “No creo más en un Estado Judío” (“I No Longer Believe in a Jewish State”, New York Times, 8-7-2020). Finalmente se dio cuenta lo que para algunos de nosotros lo anunciamos hace tiempo y hoy ya es un hecho consumado: la mayoría del componente judío de la sociedad israelí, con la anuencia de gran parte de la diáspora judía, condujo inexorablemente a Israel hacia un estado binacional judío-palestino. Ya no hay posibilidad de retorno.
Lo mas impactante de su confesión se concentra en una conmovedora frase: “llegó el momento de imaginarnos Israel como el hogar judío, que no es un estado judío”.
El liderazgo judío de Israel consolidó una estructura institucional en todo el territorio desde el Mediterráneo hasta el Rio Jordán (incluyendo Gaza) en donde su población (unos 13 millones) más o menos se distribuye 50% palestinos y 50% judíos. Este estado binacional, por su componente poblacional, está bajo dominio prácticamente absoluto de su componente judío y su carácter democrático u opresor y antidemocrático dependerá del nivel de grados de libertad y derechos civiles que ese componente judío le adjudique a toda su población palestina. Hasta el momento, solo un pequeño porcentaje de los denominados árabes israelíes (2 millones) goza de plenos derechos civiles, aunque sufren alto grado de discriminación.
La afirmación de Beinart es indiscutible, en la práctica Israel dejó de ser un estado judío para ser un estado binacional judío-palestino. Lo único que queda por definir es si el componente judío se propone continuar con su dominio total imponiendo normas de Apartheid (normas legales distintas para judíos y palestinos en el mismo territorio, incluyendo los 300 mil palestinos dentro de Jerusalén bajo soberanía israelí) o se propone otorgar a toda la población palestina plenos derechos civiles de manera que se pierda la mayoría judía en elecciones.
De una manera u otra, el componente judío de Israel tendrá que acostumbrarse que su futuro le impondrá vivir, codearse y compartir el estado con población palestina de su mismo tamaño durante toda su vida
Los hay quienes argumentan que toda esta problemática es de corto plazo por la dañina injerencia de Trump como resultado de las presiones de las millonarias donaciones de magnates judíos a su campaña electoral. Los sondeos de intención de votos en Estados Unidos nos anuncian que en un par de meses probablemente nos podremos desligar de Trump y así se podrá retornar a la mesa de negociaciones.
Craso error. Con todo el discurso de Biden y la cúpula del partido demócrata estadounidense a favor del retorno a la formula “dos estados para dos pueblos”, muy probablemente el único logro que podrán registrar en su currículo será una vuelta al conocido statu quo que no es mas que un lento avance hacia la configuración definitiva del estado único binacional, frente al avance acelerado que nos promete el plan de anexión de Netanyahu.
En estos días se reveló el componente israelí de la plataforma del Partido Demócrata en mira a las próximas elecciones presidenciales en USA. Según esta fuente, el comité redactor rechazó la exigencia de sectores más liberales que demandaban la condena de la ocupación israelí de Cisjordania. El documento retorna a las viejas promesas de apoyo a Israel con el proyecto de dos estados, ayuda a la defensa y rechazo de todo boicot contra Israel. La única advertencia es contra la anexión (“Despite pressure from progressives, no major changes in Democratic platform on Israel”, Jewish Telegraphic Agency, 16-7-2020).
La diáspora judía tiene que tener claro que fue cómplice de un hecho consumado – Israel como estado judío-palestino – y en su futuro tiene una disyuntiva histórica: Israel estado democrático en donde los judíos pierden la mayoría y el poder, o Israel estado Apartheid con dominio judío. Tienen que elegir de qué lado están. El mundo y los pueblos que los acogen los están esperando.
Ojalá me equivoque
Daniel Kupervaser.. Herzlya – Israel 17-7-2020. http://daniel.kupervaser.com/ kupervaser.daniel@gmail.com@Kupervaser
En el mundo existen 14 millones y medio de judíos, pero el 80% no está conectado al judaísmo
Iton Gadol – Diario Judío México (19.07.20)
La población judía del mundo es de 14.410.700, dijo el lunes la ministra de Asuntos de la Diáspora Omer Yankelevitch al Comité de Absorción, Inmigración y Asuntos de la Diáspora de la Knesset en el informe anual de su ministerio a la comisión.
La comunidad judía en Israel es la más grande, con 6.740.000, seguida de América del Norte, con 6.088.000. Se estima que Europa tiene 1.072.400 judíos, América del Sur tiene 324.000, Asia (excluyendo a Israel) tiene 300.000, Australia y Nueva Zelanda tienen 120.000 y África 74.000.
El 80 por ciento de los judíos de la diáspora no se sienten conectados al judaísmo y su judaísmo, dijo el director general del Ministerio de Asuntos de la Diáspora, Dvir Kahana, al comité. «Estamos nadando contra la corriente, mientras que la mayoría de los judíos de la Diáspora viven cómodamente», dijo.
El presidente del comité, David Bitan, dijo que le preocupan más las pequeñas comunidades judías que no pueden sostenerse a sí mismas. Dijo que había recibido un compromiso del ministro de Finanzas Israel Katz para asignar 20 millones de NIS (casi 6 millones de dólares) en el próximo presupuesto estatal para tales comunidades y que había pedido a la Agencia Judía que prometiera una cantidad similar. «Si no fortalecemos las comunidades en la Diáspora, no quedarán inmigrantes potenciales para traer», dijo Bitan.
Yankelevitch dijo al comité que la era del coronavirus era una prueba para la relación entre Israel y la judería de la diáspora. «Hoy, más que nunca, Israel debe expresar su obligación con los judíos de Israel y la Diáspora y funcionar como el gobierno del pueblo judío», expresó.
La legisladora Tehila Friedman, una ex funcionaria del Ministerio de Asuntos de la Diáspora que ha vivido en Boston y trabajado para las federaciones judías en Nueva Jersey, se quejó del alto costo de la educación judía en los Estados Unidos. «En los EE.UU., tienes que vender un riñón para enviar a tus hijos a escuelas judías», dijo. «Si Israel invierte en esto, podría ayudar a reducir la asimilación», manifestó.
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