
En su obra “The Kill Chain: Defending America in the Future of High-Tech Warfare” (La Cadena de Matar: Defender América en el futuro de la guerra de alta tecnología), el autor Christian Brose esboza una crítica de la política de defensa en Norteamérica que emite una llamada de atención con visos de alarma de incendio en la noche.
Brose, ex director de personal del Comité de Servicios Armados del Senado y asesor cercano del fallecido senador John McCain (R-Ariz.), narra una presunta guerra de EE.UU. con China.
“…nuestros satélites de espionaje y comunicaciones se desactivarían de inmediato; nuestras bases avanzadas en Guam y Japón serían inundadas por misiles precisos; nuestros portaaviones tendrían que abandonar la zona para escapar del ataque; mientras los aviones de combate F-35 no alcanzarían sus objetivos porque los tanques de reabastecimiento serían derribados”.
Es uno de los escenarios que plantea.
“Muchas fuerzas estadounidenses quedarían sordas, mudas y ciegas”, escribe Brose.
A su juicio, Estados Unidos es tan vulnerable porque perdió de vista el requisito esencial del poder militar, la cadena de asesinatos, que implica amenazas y medidas rápidas y decisivas para detener al enemigo.
El Pentágono es bueno haciendo lo que hizo ayer y el Congreso insiste en mantenerlo así. Hemos estado tan ocupados puliendo nuestros sistemas heredados que, como escribe Brose, Estados Unidos fue emboscado por el futuro, consigna The Washington Post en su reseña.
El periódico llama a reflexionar sobre esa presunta vulnerabilidad, cuando el mundo está bloqueado y hay oportunidad de evaluar.
Otro mundo surgirá después de la pandemia mundial de la COVID-19, uno en el que, dice The Washington…, China está determinada a desafiar a Estados Unidos como potencia global.
Y aconseja que, en lugar de construir armas para una estrategia anticuada de poder, debería armarse en un esfuerzo por negar el dominio militar de China.
Para ello, Estados Unidos debe concentrarse en sistemas inteligentes como el XQ-58A de la Fuerza Aérea, el “Valkyrie”, casi tan capaz como un caza, pero 45 veces más barato que un F-35, o el vehículo submarino no tripulado extragrande de la Marina, la Orca, 300 veces menos costoso que un submarino de ataque clase Virginia de 3,2 mil millones de dólares.
Brose imagina una versión militar por la Internet o de la Guerra de las Galaxias con sistemas de Inteligencia Artificial que puedan mitigar la presunta amenaza que plantea China.
Sin embargo, en todos esos planteamientos, el escritor y la publicación norteamericana obvian el elemento clave de la batalla, la economía.
El gigante asiático la está ganando sin armas ni Ejércitos, sino con más productividad, calidad y crecimiento de la riqueza, distribuida con más equidad que la de su émulo norteño, el cual, por cierto, no puede evitar que sus mercados estén invadidos en toda la extensión por los productos Made in China.