
Son tiempo de varias elecciones presidenciales en América Latina: Paraguay, Colombia, México, nuestra Venezuela. La expresión más democrática visible, alabada y avalada por determinadas instituciones mundiales para reconocer el quehacer democrático de un país es la movilización para votar. Se es o no demócrata con el hecho de ir a votar, sean muchos o pocos los que voten. (Imagen:conjunto edilicio de un barrio bolivariano)
La experiencia dice que votar no es sinónimo de elección libre, de decisiones corresponsables, de politización del quehacer público. Y que millones de un pueblo se movilicen para pronunciar su palabra pública, tampoco es tomado como indicador de democracia y derecho de elección del porvenir de ese pueblo.
La autodeterminación de los pueblos, la firme decisión de algunos pueblos a construirse sus modos de vida más allá de lo que siempre se ha hecho en otros lugares, la posibilidad de no ser de izquierdas ni derechas sino humanos siendo hermanos en justicia social no tiene tradición de votación sino de elección. Y votaciones presidenciales no siempre expresan elecciones populares. En Venezuela tenemos la experiencia de los dos hechos: elegir un modo de vida al ir votar. Votamos cómo queremos ser en sociedad al ir a votar por un presidente.
¿Cuántos se movilizaron en el Paraguay hace unas semanas para ir a votar? Según los datos el 61 % de su padrón electoral. No fue la totalidad de las y los habitantes inscritos. ¿Eso los hace menos demócratas? ¿Los resultados electorales fueron del agrado de la totalidad de la población?
En pocos países del mundo se moviliza la totalidad de quienes pueden avalar la democracia con su voto ¿Por qué medir sólo con el voto la democracia? ¿Desde qué parámetros se mide el bienestar social aún con escenarios de pobreza? ¿Es democracia sinónimo de participación y corresponsabilidad social? ¿El acceso al derecho, a bienes y servicios no debería ser un principio democrático para todas y todos quienes se declaran demócratas?
En Venezuela, desde el gobierno chavista, tenemos la experiencia de movilizar más del 80% de la población electoral en votaciones presidenciales; y eso para nosotros se traduce en participación y corresponsabilidad; en agradecimiento y fiesta por lo adquirido de bienestar colectivo.
Con sus luces y sus sombras, este gobierno chavista han sido el único que ha erradicado la desesperanza de las y los pobres, el analfabetismo y inestabilidad laboral. Votar para nosotras y nosotros es volver a elegir.
A este gobierno elegido es al que el gobierno de los EEUU declaró una amenaza para el mundo. Y le coloca sanciones económicas dizque para ayudar al pueblo que sufre….¿Cómo se ayuda a un pueblo haciéndolo sufrir más? Es la disputa de poder que se ha agudizado en este país: un empeño por destruir el futuro de bienestar que se concretaba a favor de quienes siempre habían sido excluidos.
¿Cómo van a permitir las grandes finanzas mundiales que se invierta en educación para quitarles su mano de obra barata? ¿Cómo van a permitir que votar sea un signo de liberación antiimperialista y no sólo un mero trámite democrático?
La noticia mundial hoy es que en Venezuela no hay comida, no hay medicinas, pero no dan las razones del bloqueo financiero que produce esa escasez; ni relatan la historia de cómo llegamos a ser en estos 20 años de gobierno chavista el segundo país de América Latina con mayor inclusión escolar, con una matrícula de 7,5 millones de estudiantes. Y las y los jóvenes que se van del país, lo hacen con un título de pregrado o postgrado que no les costó una inversión mayor a 200 dólares los cinco años o siete años de inscripciones para sus estudios, porque estudiar en Venezuela no es un privilegio es un derecho garantizado!
Los monopolistas que controlan la economía en Venezuela, y en el mundo – ningún gobernante y menos sin apellido de tradición controla la economía- han dejado de producir en Venezuela, prefieren cerrar las puestas de sus industrias para impedir que todas y todos tengamos el acceso a los alimentos, a insumos de aseo, a compras a precios justos.
Esos mismos monopolios exacerban precios y pulverizan nuestros salarios sólo porque no pueden despedirnos de nuestros lugares de trabajo por las extraordinarias leyes que nos amparan como trabajadores. Eso no se publicita en el mundo.
Tampoco se dice en el mundo que los insumos que nos faltan en este momento se deben al empeño del poder financiero en derrocar a un gobierno legítimamente elegido, que le planta cara a quienes se creen superiores políticamente y ha puesto en primer lugar de sus políticas públicas a quienes fueron empobrecidos.
La prensa ha sido muy injusta, sesgada y manipuladora de esta historia del pueblo venezolano. Existe aquí una compleja guerra económica contra nuestro gobierno que ha llevado a la pobreza a quienes ya habían salido de ella gracias a este gobierno. El logro de la estabilidad laboral y sueldos justos con los cuales podíamos viajar, ahorrar y hasta comprar lo innecesario ha sido socavado por la inflación inducida y la manipulación del costo de un dólar que da incertidumbre al valor diario de cada insumo.
Quienes podíamos vivir de un sueldo, volvemos atrás al tener que hacernos de dos y tres trabajos remunerados para poder pagar bienes y servicios, sin tiempo para pensar ni recrearnos porque eso es lo que le conviene al sistema financiero: hombres-máquinas trabajando no pensando y menos con posibilidad de celebrar la VIDA.
Todo lo que se dice de Venezuela es media verdad, media mentira como todo lo que circula en la industria de la información mundial.
Muchos giran la mirada a nosotros porque estamos “pasando hambre”…creo que aquí pasan hambre como pasan hambre algunas y algunos en África, en España, en Colombia, Chile pero se nos da más publicidad a nosotros que a esos países ¿Qué interés mundial habrá en ello? Se les facilita a las y los venezolanos una visa de responsabilidad democrática para ir a Chile, pero se les empieza a pedir visa para ir a Panamá donde nunca antes se necesitó ¿Donde está la igualdad de los convenios internacionales?
En las costas del mediterráneo se les impide a los africanos llegar a España y pero se nos dice que allá nosotros sí somos bienvenidos ¿Privilegio de piel? La prensa internacional nos estimula a emigrar de nuestro país para convertirnos en la amenaza laboral de otros países, en la trata de gente, en las víctimas de vivir fuera de tu propio tejido social y ser explotados en otras tierras. Convocamos a pensar con mirada ancha y análisis crítico la complejidad de la convivencia internacional de ganancias y pérdidas de dinero, territorios y salarios.
Aquí la crisis económica global tiene la particularidad de ser un arma del capitalismo contra nuestra paz, exaltando la codicia, el acaparamiento ante las expectativas de aumentos diarios, buscando la eliminación de toda sensibilidad hacia nuestra propia humanidad, posicionando la zozobra cotidiana sobre el qué vamos a comer. Sin embargo, una gran mayoría de este noble pueblo no se doblega ante tanta perversidad financiera, y vamos cambiando nuestras formas de consumo, no sólo reeducamos el gusto sino las formas de alimentación y sanación.
Valoramos la producción artesanal, volvemos con ilusión a la siembra como formas concretas de ese otro mundo no capitalista. Vamos rompiendo la lógica del beneficio individual y el aislamiento del sálvese quien pueda con la petición de ayuda, con la pregunta que nos hace reinventarnos, con organización de compras colectivas, con valores de vecindad. Esas acciones no salen en la prensa, y nos sostienen el cada día. Y por ello este 20 de mayo el chavismo volverá a ganar, aunque no quieran entender en el mundo que aquí hay gente viviendo, haciendo, y no un número financiero.
Hay explicaciones de la vida cotidiana que es imposible darlas en unas líneas porque cada contexto en cada realidad es único, y las culturas en tiempos de crisis dan lo mejor de sí. Si parte de la estrategia de la inducida crisis económica que tenemos era provocar miedo al porvenir, no contó con profundos aspectos culturales que nos hacen tener esperanza y deseos de vivir aquí y ahora a millones de venezolanas y venezolanos
- Ecupres. Servicio de Prensa Ecuménica que dirige el pastor metodista Anibal Sicardi.